13 Reasons Why… ¿un riesgo?

Es el título de una serie exhibida desde marzo de este año por una plataforma de streaming muy usada por niños y adolescentes. Está basada en una popular novela del mismo nombre del autor Jay Asher, lanzada en 2007, quien se habría inspirado en un familiar cercano de similar edad a la de la protagonista que habría intentado suicidarse. La serie muestra como una adolescente de 17 años es víctima de acoso (“bullying”) y maltrato escolar por parte de amigos y compañeros del colegio donde estudiaba. Termina suicidándose y deja grabados 13 cassettes donde cuenta la historia de cada persona que la dañó, dedicándole a cada uno una cinta con nombre y apellido.

Una especie de venganza póstuma para generar conciencia o culpa…. Consta de una buena banda sonora donde destacan bandas como Joy Division, un estilo post punk con letras centradas en la desesperanza, desesperación y la muerte. Basta recordar que su vocalista Ian Curtis se suicidó por ahorcamiento. La serie está clasificada para mayores de 16 años. ¿Por qué tiene tanto éxito? Probablemente narra un problema serio, pero aun poco visible en nuestra sociedad: el suicidio adolescente. Pero no es sólo eso. También refleja situaciones que ocurren a diario en nuestra comunidad y que pueden pasar inadvertidas: acoso escolar, relaciones amorosas adolescentes, decepciones, amistad superficial, pobre comunicación entre padres e hijos, abuso sexual , drogas, el efecto de las redes sociales al exponer la privacidad de los individuos y la “ceguera” (más que nada una negación) de los adultos para visibilizar a tiempo estos problemas, acoger y escuchar empáticamente a los adolescentes y dar ayuda oportuna y eficaz.

Hasta aquí podríamos encontrar a esta serie cierta funcionalidad social al hablar sobre bullying y suicidio adolescente. Las escenas de abuso sexual y del suicidio son directas, crudas e incluso brutales. Se eleva a la protagonista a un sitial de “mártir” o de “víctima justiciera”, una joven que realiza un acto heroico donde su muerte (casi un ritual místico de autoinmolación) se puede interpretar como una venganza final que busca provocar el remordimiento de quienes la hirieron y el repudio de la comunidad hacia ellos como un castigo. Un peligroso ejemplo a imitar para adolescentes psicopatológicamente vulnerables, sin una figura significativa que los acoja y contenga. Ese es el riesgo: que se identifiquen con la protagonista y con sus experiencias sin hacer un enjuiciamiento. Ésta adopta una posición victimal y pasiva donde la responsabilidad de cada situación es solo del otro. No logra identificar los riesgos a los que se expone, no anticipa posibles consecuencias ni existe un aprendizaje de los errores. No posee las capacidades para defenderse y/o evitar las agresiones. Las figuras parentales son ineficientes e incapaces de leer las señales del sufrimiento de su hija. Lucen preocupados y centrados en lo formal, pero emocionalmente distantes. Centrados en sus propios problemas invisibilizaron los de su hija. Incluso después de muerta necesitaron ayuda de otro para acercase a su mundo e intentar sin éxito conocerlo.

¿Acaso estas no son las características de los adolescentes en riesgo suicida? ¿Esta familia no se acerca a la descripción de las de estos adolescentes? Más que temor a esta serie o incluso prohibición de verla, como algunos establecimientos educacionales han sugerido en asambleas y correos electrónicos (nuevamente “invisibilizando” un problema real), veámoslo como una oportunidad de hablar, de acercarnos a nuestros hijos, de conocer sus vivencias y temores para acompañarlos progresivamente en el difícil camino hacia la adultez.


Dra. Carolina Obreque S.
Psiquiatra Infanto Juvenil